Testimonis

TESTIMONIS

 

1     –  FÉLIX JURADO RAMOS

2     –  EMILIO RIOJAS ENCINAS

3     –  JOSEP SANTIAS DE BERTRAN

4     –  DR. ANTONI CARBONELL

5     –  MARIA TERESA MÀS

6     –  MARIA JOSEFA PÉREZ ALFONSO

7     –  JOSEP SANTANACH

8     –  ROSER SANTANACH

9     –  FRANCESCA GUITERAS

10  –  DOLORS BAU

—  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –  –

1 – FÉLIX JURADO RAMOS

Del llibre “Memorias de un niño de la guerra”. Ed. Emboscall.  Vic 2002

“Yo, como se empezaba a decir que nos echarían a todos porque iban a parar las obras, fui un día con mi mujer y nuestro pequeño a ver si encontrábamos una casa en Vic para comprar. Unas que estaban haciendo y era un cura con mejores entrañas que el que estaba en el Hospital de Vic. Estuvimos hablando y nos dijo lo que podía valer una casa de las que estaban haciendo. Sobre la forma de cómo pagarla nos pusimos de acuerdo, y como aquel día ya era hora de ir a la caja de Ahorros a por el dinero les dije que al otro día iría mi madre a llevarle 25.000 pts. que quedamos que le daríamos de entrada”.   (pág. 328)

“Desde allí me fui a ver al cura que se cuidaba de las casas que hacían. El contratista era Cumeras, y otro que también llevaba allí negocio era Riera. Le dije al cura que nos habían echado del pantano, y como todavía no tenían hecha la casa nuestra, dónde iba a meterme con mi familia. Como aquel cura era de los pocos que había con conciencia, me dijo: “Vamos a ir para que sepas tú a donde es y en la casa que sólo tiene cogidas las aguas te metes allí hasta que tengan la tuya”, que todavía solo tenían hechos los fundamentos. Me dio la llave y me fui más contento para el pantano que si me hubiese tocado el gordo. Cuando llegue se lo dije a mi mujer”.    (pág. 333-334)

“Cuando nos faltaba que dar 15.000 pesetas para terminar de pagar la casa, fuimos mi mujer y yo a ver al cura y le dijimos que cuando hicieran las escrituras de unos cuantos, que ya las habían terminado de pagar, le daríamos nosotros lo que nos faltaba y nos pusiera con ellos en la lista para así hacerla cuando ellos. Él nos dijo; ”Vosotros tenéis tiempo para hacer la escritura, no vayáis a quedaros sin comer para pagar la casa”. Nosotros le dijimos que teníamos el dinero ahorrado. El no quería, pero como insistimos le llevamos el dinero, y cuando fueron unos cuantos al notario fuimos nosotros también, ….   A partir de aquel día ya pudimos quedar tranquilos y decir que era nuestra la casa”.    (pág. 348-349)

 

2 – EMILIO RIOJAS ENCINAS

Extractes d’un text manuscrit, sense data, que està a l’Arxiu Guiteras.

Procedente de un pueblecito de la provincia de Madrid, destinado por la empresa en la que trabajaba, llegué a esta ciudad (Vic) el 29 de febrero de 1948. El día 1 de marzo me incorporé a mi trabajo, siendo mi sueldo de 25 pesetas con dietas y todo. La primera patrona que encontré fue en la calle de Gurb, junto con dos jóvenes más. Era una señora de edad avanzada y yo pagaba las 25 pesetas que ganaba”.

“Pasados 15 o 20 días, un compañero de trabajo me propuso una pensión, y un lugar para dormir más apto a mis posibilidades. Se trataba del gran sacerdote M. José Guiteras, una gran persona, afable y cariñoso, presto a ayudar al necesitado”.

“Expuestas las condiciones y normas a seguir en aquella familia, pues no puede dársele otro apelativo, quise probar, y me presente con él a la hora de la comida. Después de presentar al santo sacerdote, nos presentó a la cocinera Sra. Candelaria y a sus hijos José y Genoveva”.

“Después de la comida fuimos al lado de la parroquia. En un segundo piso vivía la Sra. María con su hija Anita para concertar la habitación para dormir. No pudimos discutir el precio pues por 15 pesetas al mes, estas señoras, nos lavaban la ropa y nos daban cama”.

“Este sacerdote, sin millones, creo se merece un lugar más alto del que se encuentran otros. Pásmense señores, este hombre de Dios nos cobraba 7 pesetas (sí siete pesetas) por la comida y por la cena con pan y todo. Más tarde cuando se levantó el puente nuevo de la “calla” llegamos a ser setenta comensales, por lo que se establecieron dos turnos para las comidas y las cenas”.

“En la rectoría, dormían tres o cuatro señoras mayores y el Sr. Rector para evitar habladurías, se iba a pernoctar a otro lugar”.

“Cuantas veces habían venido a buscarlo para un sepelio, después de recorrer medio Vic y no se encontraba un sacerdote, todos tenían sus obligaciones, solo este humilde sacerdote es el que accedía, no tenía un no para nadie”.

“Muchas veces lo encontrábamos por la calle, serio y con la vista baja, no era otra cosa sino que oraba y se dirigía a llevar la comunión, a cualquier hora y en cualquier momento, a algún enfermo. Tengo conocimiento que muchos días a la semana visitaba a los enfermos del hospital, acompañado alguna veces de un joven”.

“Cuanto se pueda decir de este hombre es poco. Cuando edificaban el seminario, un día salió con zapatos que hacía tres o cuatro días los había estrenado. Le gustaba visitar a los trabajadores de aquel lugar y cuando regresó a casa venia con zapatillas y con los talones de los calcetines rotos por no tener talones las zapatillas”.

“Las comidas consistían en judías blancas, garbanzos y judías de las que llamaban “afarta pobres”. Los domingos nos condimentaban una paella, y para celebrarlo nos comprábamos, al que le apetecía, un trozo de butifarra, o un huevo o una naranja o un plátano. Más tarde también nos dijo que el que quisiera podía ir por la mañana a comer un plato de lo que fuera, no había límite, cada cual comida a medida de sus necesidades. Miento, solo el nº 1 se abstenía, y aprovechaba no los residuos de los demás, pero si los residuos de las cazuelas. Digo esto porque no hacía falta estar apuntado para comer, el que se presentaba y pedía, se le daba, de manera que a veces no sobraba nada, y el Santo Varón comía los residuos de cocer los garbanzos o judías que quedaban pegados a la cazuela, con su cuchara favorita sin fondo, de manera que cuando quería comer tenía que hacerlo con un poco de prisa, porque si no se le vaciaba la cuchara…..”.

“En cierta ocasión, y como era normal, a la hora de la comida se presentó en casa y se encontró en la escalera con dos jóvenes (hermanos por cierto) que salían con medio saco de judías. No presentó denuncia y siguieron viniendo a comer. Nadie se enteró de aquello si no los más antiguos y con la condición de que no se dijera nada”.

“Otro año por su onomástica, y mejor dicho antes, le propusimos se tomara medidas para una sotana que nosotros se la pagaríamos. Al final tuvimos que desistir porque fue imposible convencerle, pues muchos de los que le conocían veían que la que vestía tal vez seria del tiempo de la guerra”.

“En otra ocasión, y cito de oídas, el Sr. Obispo quería cambiar al capellán de la “calla” a otro lugar, y varios vecinos formaron una comisión y fueron a ver al Sr. Obispo para proponerle que si cambiaba de residencia al honorable M. José, que podía cerrar la Capilla porque para los vecinos estaba de más”.

“El día en que el señor lo llamó para tenerlo en su compañía y recibirlo con todos los honores, sucedió otro de los casos más admirables, y es que se presentaron dos señores con un ataúd de los que por aquí suelen llamar de Obispo. Estos ataúdes suelen ser diferentes, o sea, con un cristal en la tapadera que en lugar de verse el busto solamente, se puede apreciar todo el cuerpo. Una vez terminado el sepelio y despedir al que fuera y será inolvidable “Mn. José de la Calla”, como vulgarmente se le conocía, nos dirigimos a sus familiares para demostrar nuestro condol (sic) e interesarnos por el gasto que pudo ocasionar aquel ataúd tan lujoso, a lo que nos expusieron que no lo sabían pues se habían presentado unos señores que por encargo de otros señores, les habían encargado lo presentaran en la rectoría de la mencionada calle , sin decir ni dejar nada, porque suponemos seria alguno de los bienhechores de este mundo que, aunque no lo parezca, aún quedan personas como el que mencionamos en este escrito y del que guardamos un recuerdo inolvidable los que tuvimos la suerte de conocerlo y convivir con él”. 

 

3 – JOSEP SANTIAS DE BERTRAN

Del llibre “Vivències i reflexions d’una vida i la saga d’una família”. Editorial Claret. Barcelona 2000.

“En arribar a la Rambla i davant de la porta del Banc Central vaig trobar mossèn Josep Guiteras, conegut pel nom del “Rector de la Calle”, el vaig saludar i em va dir que anava a ingressar diners al Banc, ja que ell a més de donar menjar als pobres a casa seva, feia vivendes econòmiques per a les famílies amb pocs recursos, o sigui que remenava diners. Li vaig explicar el que em passava i ell sense pensar-s’ho em va donar tots els diners que portava perquè pogués pagar els jornals aquell dissabte. El dilluns següent els hi vaig tornar. Una vegada més, la Naturalesa em va posar en un compromís però no em va abandonar”. (pàg. 39-40)

“(1955) Ella mantenia la il·lusió que es posaria bé i demanava a Déu que si no era possible curar-se del tot li era igual, però que almenys pogués atendre els seus fills. Perquè estigués més ben atesa, la vàrem pujar a dalt, on vivien els meus pares i la vàrem col·locar en una habitació que estava al costat del despatx i que tenia dos llits, cosa que es va considerar millor per les circumstàncies de la malaltia i perquè jo pogués reposar més. Però un dia la meva mare estava parlant pel telèfon del despatx i la meva esposa va escoltar la conversa i li va caure l’anima als peus, ja que la meva mare estava explicant que la jove tenia un càncer i que dintre d’un termini molt curt es moriria. M’ho va explicar a mi i ho va explicar a Mossèn Josep Guiteras, anomenat “de la Calle” i aquest a partir d’aleshores cada dia li va portar la comunió i li va donar l’extremunció perquè tingués forces per resistir millor el temps que li quedava de vida. Ella va mantenir la seva integritat cristiana però va canviar de llenguatge, i a vegades em deia: “Pensa que jo sempre estaré al teu costat i en cada dificultat que et trobis acut a mi, per tu et queda el pitjor i jo vaig al millor, per això mateix que no et puc deixar. I quan jo hagi mort no facis cap drama, has de mantenir la serenitat, ja sé que ho faràs, i una última cosa: si la vida et portés a tornar-te a casar de nou, perquè ets molt jove, no temis per mi que jo t’estimaré igual i la nova esposa la consideraré com una amiga de la família.”  (pàg. 151)

“….havia pensat en mi pel recordatori tan bonic que havia vist de la meva esposa. Era veritat, en vàrem fer cinc-cents i es varen acabar de seguida i vàrem haver de fer-ne de seguida cinc-cents més perquè tothom en volia un, i és que era molt original, mai no he vist res semblant. La introducció era preciosa, la va fer mossèn Josep “de la Calle” i la resta estava formada de frases de la meva esposa que d’una manera inconscient anava dient els últims dies de la seva vida”.  (pàg. 129)

 

4 – DR. ANTONI CARBONELL

Extracte d’una conversa personal  (Agost 2013)

Vaig conèixer a Mn. Guiteras, aproximadament, quan jo tenia uns 20 anys. Quan feia el 3er curs de medicina vaig estar malalt un temps. Llavors ell estava de vicari amb en Mn. M. Quer a Sant Domènec. Era els anys 1953-54. Em venia a veure cada tres dies. Era emocionant perquè vingué de visita, puntualment, fins a recuperar-me del tot.

Era una persona molt planera, molt senzilla. T’arribava amb paraules gens rebuscades i molt entenedores. No era complicat com a persona, sempre estava content i rialler.

Soc testimoni, quan ja era metge, l’any 1958-59 i 60, a “la Calla” la seva rectoria, la seva casa, a la seva parròquia, acollia diàriament a gent immigrada. El recordo amb la sotana arremangada coent els seus llegums i repartint menjar.  

Anava com a professional mèdic, una o dues vegades al mes a atendre malalts crònics. La majoria de les persones ateses eren gent desconeguda, immigrants de tota mena, necessitats, que havien visitat el seu menjador social.

La gent i els propietaris de la fabrica Riera Rius, molt sensibilitzats, especialment Joan Riera Rius, que va ser un gran col·laborador seu, començant el camí amb una “entente condiale” per a construir vivendes socials, buscar terrenys, permisos, buscant els mitjans i diners que l’ajudessin. Això va ser així durant 3, 4 o més anys.

Un sector de la societat de Vic, no el tenia ben considerat. Era un gran capellà obrer, que va fer allò que la societat i els poders no havien fet.

Ell parlava molt cacofònic, molt gutural, molt planer i ho feia de coses que semblava que no tenien importància però ell hi entrava d’acord amb allò que requeria les circumstàncies. Aquest parlar, donava a molts comentaris dins la societat.

Tenia molta cultura però “acrisolada” a la seva manera i potser per adaptar-la a l’ambient que l’havia de fer servir, i això a Vic ho havia aconseguit molt.

Hi va haver un intent d’apartar-lo, però la gent de la Calla va sortir al carrer.

Respirava humilitat per tots els porus. Sempre estava a punt per donar.

Era molt intel·ligent. La gent del poble en tenia un verdader respecte, un respecte personal.

Sempre ens tractàvem de vos -habitual a l’època- i parlava poc a poc. Quan va estar ingressat per anèmia complicada va acceptar menjar carn perquè ho considerava com una medicina.

Pel tarannà personal que ell tenia va caure en un atac d’hipertensió greu i va sofrir un ictus a la banda esquerra l’any 1965. Va recuperar-se molt be a la clínica Sant Josep en poques setmanes. Tenia trastorns circulatoris perifèrics a les mans i els peus “penellons” per no abrigar-se i no cuidar-se.

A partir de 1975 va començar a tenir problemes greus de salut a causa de la hipertensió i mala alimentació. Patia una greu malaltia reumàtica i artrosi amb problemes vasculars. Va tenir dues recaigudes al 1976 i 1977.

A partir de l’any 1977 va estar a la Residencia casa sacerdotal fins que va ingressar l’any següent, a l’Hospital de la Santa Creu, on va morir.

 

5 – MARIA TERESA MAS

Extracte d’una conversa personal  (Agost 2013)

El tenien poc considerat. A l’Hospital de la Sta. Creu recordo haver-lo vist amb la seva sotana gastada i les sabates foradades, perquè si li regalaven unes segur que les donava. Quan moria algú, sense família, el veies a ell darrera el carro mortuori, sol, jo el recordo molt bé pujant a la Rambla Hospital camí del cementiri, amb pas lent i silenciós, resant els rosari.

A l’Hospital de la Santa Creu el recordo, com si fos ara, passant per les sales atenent els malalts. A la Calla, si havia algú que no tenia casa, li deixava el llit i ell dormia estirat en un banc de l’església.

Ja de més gran venia a visitar-se sempre a casa, a la Rambla Sant Domènec, i últimament quan pujava les escales, ja li costava una miqueta, però tenia molta confiança amb el meu marit. El recordo assentat a la taula d’exploració i jo li deia “Mossèn Josep, li fa por la mort?…”  Ell quedava callat, sense dir res, i al cap d’una estona contestava “em fa molt respecte, però no em fa por”.

 

6 – MARIA JOSEFA PÉREZ ALFONSO

Extracte d’una conversa personal  (Setembre 2013)

El vaig conèixer quan vam venir a Vic que jo era petita. Per la guerra ens vam quedar sense res. A la Calla ens van parlar d’un capellà que atenia als que havien vingut de fora i la mare va dir:  “anem, al menys ens donarà menjar”. Ens va dir que sí, que cap problema, menjar sí però dormir no perquè hi tenia homes.

Anys més tard, quan vaig saber que estava malalt el vaig anar a veure a les Josefines. Quan em vaig acomiadar d’ell li vaig donar un petó a la ma. Després vaig saber que estava a la casa sacerdotal i allà ja no el podia anar a veure.

Hi tenia al dit gros de la ma dreta, des de feia més d’un any, un bony i no el podia moure, i qualsevol frec amb la roba em feia mal. M’hi posava una canallera ajustada amb un velcro, i així el tenia protegit. Quan vaig anar a l’hospital em van dir que m’havia d’operar, però jo no volia.

Quan van traslladar les restes de Mn. Guiteras de l’església de la Guia a la del Roser (1993), quan estaven a punt de posar-lo dins la fosa aquella on està, vaig tenir “l’impuls” de tocar la caixa i ho vaig fer.

Quan vaig arribar a casa, vaig veure que podia moure tots els dits sense cap problema i que no em feien mal. Sempre he pensat que va ser un miracle de Mn. Josep. Li vaig dir a la Dolors (Bau), que era la que ho portava tot.  Ella ho va fer saber al capellà de llavors però no li van fer cas.

Des de que s’ha mor sempre li he portat flors a Mn. Guiteras, el dia de sant Josep i el dia de difunts. També vaig regalar un canelobre de ferro per a l’església del Roser.

Veig que han fet sants a altres i sempre penso: aquest que ha fet!, en canvi Mn. Josep que ha fet tanta feina, res.

 

7 – JOSEP SANTANACH

Extracte d’una conversa personal  (Setembre 2013)

Vaig conèixer a Mn. Guiteras entre el 1961-62. El vam anar a veure i ens va dir que a l’Estadi ja no hi tenien cases disponibles. A la Serra de Sanferm hi havien uns pisos ja fets que no ens van agradar i ho vam deixar estar.

L’any 1963 vaig venir a treballar a Vic i vaig tornar a parlar amb el Mossèn. Ens va tornar a dir que no hi havia res, però que d’una casa mig feta s’havien desdit i que si m’interessava li havia de fer un pagament a compte. Li vaig donar 50.000 pessetes que era tot lo que tenia. Em sembla que tota la casa valia 85.000 pessetes, però sense llum, sense aigua i sense res, només just les parets i el sostre d’encanyissat. Jo li vaig dir: us dono els estalvis de la meva joventut, i ell em va contestar: mireu jo hi tinc els estalvis de tota la meva vida. Vam quedar que per la resta li pagaríem 1000 pessetes cada mes. No feia rebuts ni res; ho apuntava en una llibreta i allà quedava anotat. Hi havia bona confiança. Ell anava estripat, esparracat, sempre mig descalç.

D’aquesta casa que ens quedàvem només hi havia l’estructura i coberta.  Em vaig fer un tip d’anar a veure can Cumeres per a que vinguessin els paletes a acabar-la. La casa tenia 56 metres quadrats. Les primeres eren més grans, però després les van reduir. Per portar l’aigua i la llum te’n havies de cuidar tu. La instal·lació general sí que estava feta però s’havia de demanar i pagar apart. En el moment d’entregar les claus havies de pagar 10.000 pessetes, però llavors va ser quan va néixer el nen i Mn. Guiteras ens va dir que no ens preocupessin que ja ho aniríem pagant cada mes. Va ser un home molt correcte.

El camp on hi estàvem nosaltres formava part d’un terreny que se’l va quedar per ell el Sr. Cumeres, no el paleta sinó el seu pare, amb la condició que si Mn. Guiteras el necessitava llavors el podia fer servir, i el capellà el va necessitar. Quan va ser l’hora de les escriptures es va presentar l’avi Cumeres i ens va dir que li havíem de pagar la plusvàlua abans de signar. Ara no sé si eren 10 o 12.000 pessetes. Vaig tenir que pagar-li aquells diners. Quan ho va saber Mn. Guiteras ens va dir que no podia fer res.

 

8 – ROSER SANTANACH

Extracte d’una conversa personal  (Setembre 2013)

L’any 1978 estava fent pràctiques d’infermeria a l’Hospital de la Santa Creu. Recordo quan vam tenir ingressat Mn. Guiteras. Si estava sol, quan acabàvem la feina, l’hi anàvem a fer companyia. Va tenir totes les atencions mèdiques que li calien.

La part on estava ingressat era en aquell moment la part nova de l’Hospital. Ara segurament aquestes habitacions estan ocupades per la Residencia d’avis.

A mi el que m’han explicat és que a l’Església no li agradava la imatge d’aquest home. Fins i tot en el seminari, als joves capellans, no els hi parlàvem de Mn. Josep com un exemple. Ell predicava realment l’evangeli i això no li agradava al Bisbe del moment, Mn. Masnou, que era d’un altra tarannà.

Si l’hagués de definir diria que era un home bo que predicava l’evangeli amb l’exemple, i jo no he sentit que mai ningú parles malament, al contrari tothom li està agraït.

En aquella època hi havia una frase en l’àmbit de l’automoció que deia: “és més cara una roda gran de camió que una casa del mossèn”.

 

9 – FRANCESCA GUITERAS

Extracte d’una conversa personal  (Setembre 2013)

Soc neboda de Mn. Josep. Durant la guerra vaig estar a Mas Generó, a Santa Eugènia de Berga. Els meus pares m’hi van portar per no estar amb la meva germana Carme que tenia paràlisi. En aquella casa el meu oncle i el Dr. Masnou em van preparar per a fer la primera comunió d’amagat. Jo tenia uns 6 anys. Hi havia altres capellans a la casa que vivien en un amagatall a la Cabanya. Cada dia els hi portaven menjar en un cistell dissimuladament i sortien a recollir-lo més tard. Des d’una finestra vigilaven que no arribés gent forastera a la masia. Mn. Josep es feia passar per encantat i passava desapercebut si venia gent estranya. Feia tant be aquest paper que fins hi tot els de la casa el tenien per “tonto”, i deien que era una llàstima que un noi tant guapo desvaries tant. Recordo que es posava a llegir el diari al revés i reia sense motiu i semblava beneit.

Més tard, a Vic, anaven sovint a la Calla a jugar. La gent del menjador social ens estimava molt perquè érem les nebodes del capellà.

El meu pare Lluís venia a Vic per feina i anava a comprar pans de sis quilos, que feien llavors, i els portava a la Calla. Quan arribava ja hi havia una cua de gent esperant la seva part. Mn. Josep amb un ganivet tallava el pa a trossos i el repartia entre els presents.

10 – DOLORS BAU

Extracte d’una conversa personal (octubre 2013)

La primera vegada que vaig veure a Mn. Guiteras, va ser un dia que vaig anar Sant Domènec pensant que trobaria a Mn. Quer. Em va sorprendre trobar una altra capellà que, a poc de parlar amb ell, ja sabia perquè venia, com si em conegués de tota la vida. Era l’any 1953-54.

Dos anys més tard me’l vaig tornar a trobar i la meva sorpresa va ser que em va reconèixer. Vaig veure que era un home especial i amb una gran sensibilitat. Quan podia anava a la Calla a escoltar-lo. Sempre donava bons consells i ajudava a tothom.

Poc després, amb altres noies i algun noi, l’ajudàvem a portar la comptabilitat de les cases. Sempre confiava amb la gent que l’envoltava i ell transmetia també molta confiança i benestar als altres. Quan ja va ser més gran, el vaig ajudar a tancar els llibres amb els comptes de les cases, amb el vist i plau de qui se’n va cuidar llavors que va ser el Sr. Prudenci Panadés.

Es possible que quan va morir Mn. Guiteras hi hagués encara alguna casa pendent de pagar, però eren casos molt especials i comptats.

També al final de la seva vida, quan estava a la casa sacerdotal, algunes persones l’anaven a veure i el treien a passejar a la galeria. L’any 1978, quan va estar ingressat a l’Hospital de la Santa Creu, intentàvem que hi hagués sempre algú amb ell. Un dia em va dir que aquella tarda entraria en agonia. Feia temps que deia que li faria il·lusió morir el dia de l’Ascensió (el 4 de maig), i així va ser.

Quan va morir el van portar a l’església del Roser com a casa mortuòria per a que el veies tothom per acomiadar-lo. La cerimònia es va fer a l’església de Lourdes el dia següent a la tarda. Hi eren tots els capellans, el Bisbe Masnou i molt feligresos que volien dir-li adéu.

Mn. Guiteras amb la seva manera de parlar i de fer, sovint feia sentir incomodes a la resta de capellans. Això creava cert malestar al voltant seu. Anava moltes vegades mal vestit i descuidat i això feia que, en els actes més protocol·laris, el deixessin una mica de banda.

Hi havia rumors d’històries del passat que li feien molt mal. De fet va arribar a la Calla mig castigat. Ell sempre deia que s’equivocaven al tenir-lo tant a prop del Bisbat.

Per a mi era una persona íntegra, incapaç de fer mal a ningú. No es donava cap gust de res. Menjava fruita, pa, amanides, llegums… La carn o el peix només en menjava quan li manava el metge. 

Era extremadament auster, potser massa, però ho feia per a donar-ne testimoni. Si li regalaven roba o calçat sempre trobava algú que ho necessitava més que ell. Els necessitats eren la nineta dels seus ulls.

Era un home de pregaria i es passava hores al sagrari. Atenia a tothom, rics i pobres, i portava la comunió a totes hores. A part de la seva missa, anava cada dia a Sant Felip.

Estava al corrent d’allò que passava al món per converses amb la gent del seu entorn. Pensava que un capellà no s’havia de ficar mai en política.

Més o menys un cop a la setmana el venia a veure la família. Ell estava molt feliç amb aquestes visites.

Quan a Viladrau va fer amistat amb Marcos Redondo, va aprendre música i tocava l’harmònium. Tenia mala veu per cantar però sabia entonar.

Els extractes de les converses personals han estat revisats  i validats pels autors.

Entrades recents